En la cata se realiza una evaluación sensorial del vino, su descripción a través de los sentidos y es el método más adecuado para formar un juicio sobre la calidad del vino.
Los sentidos que intervienen son la vista, el olfato y el gusto, en este orden los sentidos nos informan las cualidades y la calidad del vino.
Para analizar un vino se requiere llevar ciertos pasos de manera ordenada, examina primero el color, luego los aromas y, por último, el sabor del vino.
Fase Visual
En la fase visual analizaremos el color, densidad, limpidez y brillantez.
Primero observamos el color, este nos dará una idea de la edad del vino. En el caso del vino tinto si el color es rubí o cereza y brillante es un vino joven; si tiene un color granate o anaranjado suele ser un vino más envejecido.
En cuanto a la densidad, a más densidad más concentración de alcohol, más graduación. La podemos medir moviendo ligeramente el vino por la copa, observaremos como caen las lágrimas; a menor velocidad de caída mayor densidad.
Fase Olfativa
En la fase olfativa analizaremos el carácter del aroma, clasificación e intensidad.
Primero sin agitar el vino, asomamos la nariz adentro de la copa, localizamos los aromas primarios, propios de la uva, de naturaleza frutal o vegetal.
Después agitamos ligeramente la copa para que el vino entre en contacto con el oxígeno y desprenda más aromas, los que provienen de la fermentación tanto alcohólica como maloláctica.
Fase Gustativa
En la fase gustativa analizaremos el sabor y tacto.
Tomamos un pequeño sorbo que hace pasar a lo largo y ancho de la lengua para que las papilas detecten los gustos, tratando de apreciar los cuatro sabores básicos salado, dulce, ácido y amargo.
Después determinamos la textura definida como seda, terciopelo o satín, aquí interviene el tacto.
Finalmente se toma, todos los aromas y sensaciones persistirán en la boca después de ser ingerido.