Elaboración del vino blanco

En realidad el vino blanco no es de ese color, muestran colores desde amarillos claros hasta anaranjados, pasando por tonalidades doradas. El color de estos vinos esta influenciado por la variedad y el tipo de elaboración.

Para su elaboración, los blancos son normalmente despojados de hollejos, rabillo y pepitas, para que no maceren y se evite la extracción de polifenoles amargos y oxidables.

Selección de racimos y despalillado.

Después de la vendimia, el racimo llega a la bodega y se mantiene en un espacio fresco. Posteriormente el racimo es puesto en bandas de selección para eliminar hojas, ramas e insectos. A la vez, se eligen los mejores racimos, en función de su tamaño y madurez. Para vinos de alta calidad, será el mismo enólogo quien se encarga de esta selección.

 El despalillado consiste en separar las uvas del escobajo que es la estructura herbácea del racimo. También se conoce con los nombres de desgranado o derraspado de la uva. 

Prensado y maceración.

En el prensado, el grano pasa por una máquina prensadora que sutilmente ejercerá fuerza y poco a poco irá reventando el grano.

Para algunos vinos blancos después del prensado se realiza la maceración pelicular en frío. Ésta consiste en dejar reposar el hollejo y el mosto de tres a ocho horas a bajas temperaturas, y sirve para que se extraigan componentes aromáticos presentes en el hollejo y se integren al mosto.

Una vez que se obtiene el mosto, se incorporan dos aditivos químicos: Anhídrido sulfuroso y metabisulfito, sirven como antioxidantes y eliminan cualquier bacteria que se encuentre contenida en el mosto de manera natural. Posteriormente es llevado a tanques de acero inoxidable.

Precipitación y desfangado.

Antes de iniciar la fermentación se requiere un mosto limpio y cristalino, por lo se deja reposar en tanques de acero inoxidable a una temperatura de 2 a 5° C. El tiempo de reposo estará en función del estilo del vino que se desea obtener, por lo que puede variar entre cinco y siete días. 

Durante el periodo de reposo, todos los sólidos que se encuentran contenidos en el mosto empezarán a asentarse en el fondo del tanque. Posterior al tiempo establecido, se realiza la práctica del desfangado, es decir, se trasvasa el líquido cristalino a otro tanque, eliminando así los sólidos asentados.

Fermentación y estabilizado.

Para la fermentación de los vinos blancos se utiliza levadura saccaromyces cerevisiae  (hongo de azúcar). Se adicionan las levaduras previamente activadas para su transformación y luego el mosto es llevado a temperaturas de entre 14 y 18° C para que inicie el proceso de fermentación. 

Cuando hay un excedente de azúcar residual, se detiene la fermentación al momento de tener la graduación alcohólica deseada. A mayor cantidad de azúcar en el grano, mayor cantidad de alcohol durante la fermentación.

El estabilizado es el proceso de subir y bajar la temperatura con la finalidad de homogeneizar y fijar la estructura del vino (aromas, sabor, acidez, etc.) para que una vez en la botella, ya no se deteriore.

Clarificado y filtrado.

Durante el proceso de fermentación se liberan numerosas cantidades de levadura y otras materias, las cuales tienen que ser eliminadas. Primero, se aplica el método de clarificado, con el cual se limpia el vino de la mayor parte de los sólidos. Posteriormente el filtrado, para asegurar que ningún sólido se quede en el vino, garantiza la limpidez.

Embotellado.

Finalmente, el embotellado plantea distintos peligros enológicos; la limpieza es fundamental, así como la rapidez para evitar el contacto del vino con el oxígeno, ya que éste causa oxidación y, por ende, defectos en el producto.

Fase olfativa de una cata