La vista a diferencia del olfato o el gusto, nos da impresiones ciertas y claras, es un sentido instantáneo, dinámico y preciso. 

Es fundamental ver un vino antes de beberlo u olerlo. La intención de la fase visual de una cata es extraer información a partir de la gama de colores, la densidad y la limpidez del vino.

Color 

El color nos da indicios sobre la evolución del vino, es el primer punto y uno de los más importantes. 

Los cambios en el color son resultado de la exposición al oxígeno, algunos de los factores que pueden alterar el color de un vino son:

• Guarda en barrica: las barricas de roble son impermeables, pero permiten que el vino tenga contacto con grandes cantidades de oxígeno, lo que resulta en una rápida oxidación y cambio de color. 

• Evolución en botella: con el tiempo puede tener lugar una oxidación lenta y cambio de color al interactuar el vino con las pequeñas cantidades de oxígeno disuelto en la botella.

La gama de color que puede darse en los vinos son: 

En los tintos

El color proviene de los pigmentos (polifenoles) presentes en el hollejo (piel) de la uva y los que determinan la gama de colores en el vino tinto: 

Rojo rubí, rojo cereza, rojo violáceo, rojo zarzamora, rojo sangre, rojo ciruela pasa, rojo teja/ladrillo, rojo granate, rojo oscuro, rojo ocre/oxidado.

Los sutiles tonos rojos, como el rubí, se inclinan a un vino joven, al ir subiendo de tonalidad, se encuentran los violáceos-purpúreos, estos vinos indican buena extracción, los colores anaranjados o teja denotan evolución del vino (vinos de guarda). 

En los blancos 

La gama de colores de los vinos blancos son: 

Amarillo paja, amarillo con tonos verdes, amarillo ligero, amarillo dorado ligero, amarillo dorado medio, amarillo dorado, amarillo ámbar, amarillo ámbar profundo. 

Las tonalidades más claras se asocian con vinos jóvenes y ciertas cepas como Chenin Blanc o Sauvignon Blanc; las tonalidades con mayor intensidad con vinos evolucionados o de guarda en barrica, como suele ser el caso para la cepa Chardonnay.